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Peña Sevillista de Arcos de la Frontera

Aquellos días hoy

Días de recuerdos, de hacer memoria y compartir con el de al lado aquel día de viaje, aquellos días previos enervados hasta lo más recóndito del alma porque no llegaba la hora de partir hacia…

Días de de volver a hacer inventario de situaciones: aquel sitio que ocupe en ese Estadio o en aquel otro. En qué televisor de la Peña lo vimos, a quién abrazamos primero. Qué nos pusimos, para que quedara constancia histórica de lo que se presumía hito futbolístico en la historia del futbol sevillista, sevillano, andaluz, español.

Días de fotogramas filmados en el albigrana al que nos debemos desde 1890, y que jamás desteñirán semejantes colores de nuestra memoria porque fueron grabado al fuego del amor más puro hacia unos colores, y hacia una forma de vivir y de sentir.

Días de recuerdos de carreras por los pasillos de un aeropuerto, de ganas de regreso para terminar de reventar por las calles de la Ciudad Más Hermosa del Mundo, esa que le dio su nombre y a la que, como el mejor de los hijos, no sabe más que honrarla con los mejores parabienes de su profesión, para que ella, Sevilla entera, presuma, lo muestre y lo ponga a disposición de toda España.

Días que parecen remontarnos en el tiempo hasta aquel primer día, aquella primera noche, cuando todo parecía abocarnos a unos penaltis que Antonio se encargó de evitar, y los evitó, ¡y cómo los evitó!

Días de hoy que se alargan hasta el infinito en cada minuto que nunca termina de pasar para ver cuando llega mañana, y así hasta el próximo 27 de mayo para volver a estar contigo Sevilla, compartiendo la gloria en tu escudo, del color que toque, porque hasta para eso somos mijitas, y unas veces reivindicamos nuestra existencia decimonónica y otras montamos el cirio, porque no nos gustan innovaciones, que no son más que la recuperación de nuestra propia historia, como las de todos esos días…

Días de espera y esperanza compartida. De mucho mensaje de móvil, de mucha llamada, de mucho encuentro y miradas que lo dicen todo, porque ya va quedando menos, pero no termina de llegar.

Aún no es el momento de poner en marcha el coche y salir para Sevilla en busca, otra vez, del avión. De ese avión que iba a ser ¿una vez en la vida? Y no podíamos perderlo.

Días en los que hemos aprendido a no perder ni el avión ni lo que íbamos buscando al bajarnos de esas que, con tantísima genialidad, denominaron las F.A.S., esto es, las Fuerzas Aéreas Sevillistas.

Días sevillistas en los que habrá quien no dé pie con bola, ensimismados en lo que vaya a pasar; en quienes vayan a jugar; en no importarle más que lo que haya de ocurrir ese día vivido como si no hubiera mañana. Y a medida que se acerque la fecha, aún peor (o mejor, según se vea), casi perdiendo peso con la intención de volver sin caber en el pellejo.

Días de esos que iban a ser una vez en la vida… y ya van ocho, y los que vengan.

Hoy “sólo” es uno de esos días previos…

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